¡Hola disfrutones!
Os presentamos un día en los Lagos de Covadonga, pero no solo eso, sino que también visitamos Cangas de Onís y los pueblitos de los alrededores, ¡planazo!
Primera recomendación: Si sois madrugadores, merece la pena que el día que vayáis a ir a ver los Lagos de Covadonga, madruguéis especialmente. Las puertas del Parque Nacional cierran para el transporte privado a las 8:30 de la mañana y se comenta que, sobre todo en verano, a las 8 ya hay atasco para entrar. Nosotros estábamos pasando por la puerta a las 7:30, con lo que aprovechamos para disfrutar de esa maravillosa carretera que sube a los lagos (cuidado con las cabras y vacas, que campan a sus anchas por la calzada…). Paramos en un par de miradores en la subida para ver el precioso mar de nubes que había entre las montañas, una maravilla.
Dejamos el coche en el parking de Buferrera, el más alto. Justo allí empieza una de las rutas de senderismo más populares, la PNPE. No llega a 3 kms. y pasa por los sitios más significativos del parque: el mirador del Príncipe, la mina y el mirador de Entrelagos.
Precisamente en el mirador de Entrelagos paramos para desayunar el picnic que nos había hecho nuestra amiga Elena, de la casa rural Bajo los Tilos, una pasada disfrutar de esas vistas con el sol en la cara.
Si os gusta la fotografía de naturaleza, los Lagos de Covadonga es EL SITIO. Lo mismo si os gusta fotografiar animales. Muchísimos pájaros, algunas aves más grandes y sobre todo, vacas. Son tan fotogénicas las tías…
En el video, Sandra os contará muchos detalles de los lagos, como que Enol tiene en el fondo una imagen de La Santina…
La visita a Covadonga no termina en los lagos. No os podéis ir sin parar a ver el Santuario, el museo de la basílica y la cueva donde descansan los restos del rey Don Pelayo y La Santina.
El día fue genial, ya que como habíamos madrugado, al terminar de ver los Lagos de Covadonga nos dio tiempo a visitar unos pueblitos de la zona que nos habían recomendado.
Paramos en Gamonedo, donde compramos un rico quesito Gamoneu, y luego en Següencu, vaya vistas…
Ya cansados de tanto pateo, paramos a comer en Cangas de Onís. Habíamos reservado en El Molín de la Pedrera. Un éxito de sitio, y el maitre divertidísimo y buen recomendador. Riquísima la fabada, y la torrija… ummmm… un espectáculo!
Para quemar la comilona, nos dimos un buen paseo por Cangas de Onís. Vimos la iglesia de la Santa Cruz, una de las más antiguas de Asturias, del 737, donde dicen que se guardó la cruz de madera que acompañó a Don Pelayo en su primera victoria contra los moros.
Por supuesto visitamos el puente romano, el símbolo más característico de Cangas de Onís. Realmente no es romano, es del siglo XIII, pero sí es cierto que se construyó sobre un antiguo puente romano. Aparte de tener una cruz de Asturias que hace una foto muy bonita, si vais con niños en verano, les gustará darse un chapuzón. ¡Se tiraban desde el puente los más valientes!
La iglesia parroquial es moderna y se caracteriza por un campanario de tres pisos bien bonito.
Al salir del pueblo paramos a tomar un café en el Parador de turismo de Cangas de Onís, antiguamente monasterio de San Pedro. Merece la pena, muy bonito el claustro y el pórtico medieval.
Allí acabamos nuestra visita de un día a los lagos de Covadonga y Cangas de Onís, ¡muy recomendable!
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¡Hasta la próxima semana!
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