¡Hola disfrutones!
En esta ocasión visitamos la que para Sancho III fue «la peña más fiel de Castilla», la «Peña Fidelis», es decir, PEÑAFIEL, en la provincia de Valladolid.
Aunque os vamos a enseñar no solo Peñafiel sino sus alrededores, empecemos por el propio pueblo. Sin duda lo más característico es…
La Plaza del Coso: En realidad fue una «especie de plaza de toros particular» para los vecinos que conformaban la plaza. En la actualidad es una preciosa plaza donde siempre hay movimiento, bares, ambientillo, y disfrutareis tanto de los preciosos balcones de madera como de las vistas al castillo.
El castillo: es único. Aparte de lo bien conservado que está, tiene una forma curiosísima. Claro, los arquitectos fueron listos y adaptaron la forma a la parte más alta de la montaña, con lo que les quedó con una clara forma de barco. La muralla está muy bien conservada, las almenas y la plaza de armas. De hecho, el interior está tan bien conservado que alberga en su interior el Museo del Vino. Aprenderéis mucho sobre las diferentes denominaciones de origen de Castilla-León.
Otro punto esencial del pueblo es el Convento de San Pablo. Es uno de los mejores elementos del gótico mudéjar en España y en su interior tiene la tumba del Infante Juan Manuel, escritor de El Conde Lucanor. Merece la pena la visita tanto por dentro como por el exterior.
Una vez visitados los puntos más importantes de Peñafiel, cogimos a Elvis y visitamos algunos puntos interesantes de los alrededores:
A menos de 5 minutos está el coqueto pueblo de Curiel de Duero. Tiene una curiosidad para lo pequeño que es… y es que ¡tiene dos castillos! Además muy bien conservados, merece el paseíto…
Luego fuimos a Padilla de Duero. Habíamos reservado hora para visitar el pueblo vacceo de Pintia. En el video os lo contamos en detalle, pero os animamos a ir porque vais a aprender mucho de un pueblo pre-romano del que quedan numerosos vestigios y del que mantenemos muchas cosas en nuestra cultura, como el hecho de celebrar en banquetes y cultivar vides. Nos encantó la visita y la guía, además de que nos reímos mucho con ella!
Después ya era hora de comer. Y aquí os tenemos que contar un secretito… uno de nuestros sitios favoritos, el restaurante Mannix en el pueblo de Campaspero. Está especializado en asador de cordero lechal desde 1981. En él trabaja toda la familia; de hecho nuestro camarero fue Miguel, uno de los hijos del dueño, y la hija es la repostera. Importante, os recomendamos que comáis prontito, tipo 13:30h, para degustar también sus ricas verduras de temporada de entrantes, que se agotan en seguida. Para el plato principal no hay negociación… un buen cuarto de lechazo para cada dos comensales, hecho al momento en sus hornos de adobe y justo sacado en el preciso instante que la piel se «churrusca» pero no se pasa. Un verdadero manjar, que por supuesto, se debe degustar con un vinito de Ribera del Duero. Nosotros, como éramos cinco, pedimos un «sencillo» magnum de Pago de Capellanes, riquísimo. Y de postre… una degustación, a debatir cuál era el postre más rico y más creativo. De verdad disfrutones, que esto del Mannix es «pa verlo»…
Después dimos una vuelta por la carretera que va de Peñafiel a Valladolid, el centro neurálgico de la Ribera del Duero. Paramos en Protos y en Federico para rellenar nuestra humilde bodeguita y volvimos a Peñafiel para disfrutar de la Procesión de la Semana Santa, ya que fuimos en Sábado Santo. No podemos plasmar ni en el video ni en el post el magnetismo, la profundidad y el sentimiento que vivimos. Independientemente que seas religioso o no, es una pasada ver esa procesión tan silenciosa, en la que solo se oye el ruido de las cadenas de los penitentes y la espectacular música de las bandas que acompañan la procesión. ¡Nos encanta la Semana Santa en Castilla!
Para terminar el día, entramos en una tienda de vinos muy interesante: Anágora, en Peñafiel. Es «un vicio» porque tiene tanto vinos clásicos de la zona como otros más desconocidos, ofertas, selecciones limitadas… y lo mejor es que al fondo de la tienda tienen una pequeña barra y cuatro mesas donde puedes catar varios vinos de la región, junto con una tabla de quesos riquísima, ibéricos, etc… la parejita que regenta la tienda son majísimos y os van a recomendar vinos muy muy interesantes.
Después de esto, directos a descansar. Dormíamos en el hotel Convento de las Claras. Un antiguo convento reconvertido en hotel-spa. Es muy tranquilo, en pleno centro, con parking vigilado y habitaciones muy espaciosas y modernas. Nos gustó mucho también.
Ya habéis visto, todo 100% disfrutón y 200% recomendable. Historia, vino, cultura, gastronomía, tradiciones… ¡vaya escapada buena la de Peñafiel!
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¡Hasta la próxima semana!
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