¡Hola disfrutones!
Hablemos de Budapest, una ciudad que bien merece una semanita para pasearla bien. Ya sabréis que Budapest es la unión de dos ciudades, Buda, la parte más histórica, con su castillo, y Pest, la parte monumental. Ya os enseñamos Buda hace unas semanas, vamos ahora con la orilla sur del Danubio, el barrio de Pest.
El centro histórico de Pest podríamos decir que se concentra detrás del Parlamento. Parlamento con mayúsculas, porque es espectacular. ¿Sabías que es el segundo parlamento más grande del mundo, después del de Rumanía? Allí vive el Primer Ministro y el Presidente, y desde uno de sus balcones, en 1989, se proclamó la III República, después de la etapa soviética. Desde 1884 se reúne allí la Asamblea Nacional, en un espectacular salón. Merece la pena la visita al parlamento, y, de hecho, recomendamos que compréis los tickets de entrada unos días antes, para no esperar colas.
Al salir del parlamento, daos un paseíto por la orilla del Danubio, dirección Puente de la Libertad. Al poco tiempo veréis unos zapatos de acero, con flores, un momento un poco inquietante y triste. Es un homenaje a las víctimas del Holocausto. En los últimos días de la invasión nazi de Budapest, ya con los soviéticos a las puertas de la ciudad, se produjeron cientos de fusilamientos en la orilla del río. Les quitaban los zapatos para utilizarlos luego para fabricar abrigos… mucha pena.
Siguiente edificio que merece visita: la basílica de San Esteban, catedral de Budapest desde 1851. Muy bonita, neoclásica, con una espectacular cúpula a la que, por cierto, se puede subir y desde donde tendréis vistas espectaculares de Pest. En esta basílica está la reliquia del brazo derecho de San Esteban, primer rey de Hungría.
Después de un ratito de pateo, no podíamos dejar pasar esas cafeterías tan bonitas y con esas tartas… Recomendamos Gerbeaud, New York y Café Central. Nosotros nos tomamos la tarta Sisí, buenísima, como veréis en el video.
Siguiente parada, el Mercado Central de Budapest. Por fuera es superbonito, con un tejado a dos aguas y preciosas tejas de colores. Por dentro, una maravilla, ya sabéis que nos encantan los mercados. La planta de abajo es mercado tradicional, donde veréis a los ciudadanos comprando quesos, carne, salchichas… eso sí, ¡ninguna pescadería! curioso… en la planta de arriba hay bares para tomar una cervecita, muy rica la cerveza húngara Dreher…
En seguida, dirección Danubio, llegaréis al Puente de la Libertad, construido en 1898. Aparte de lo bonito que es, está rodeado de edificios espectaculares, una maravilla echar un rato por allí. Al ladito, Estatua de la Princesita, que simboliza la unión de las dos ciudades, de Buda y Pest.
Desde ahí, volviendo hacia el centro, llegaréis a la Gran Sinagoga, segunda mayor del mundo después de la de Nueva York, con capacidad para 3.000 personas. Es de estilo morisco, os recordará a nuestro mudéjar. Construida en 1855, tened en cuenta que en el siglo XIX, la quinta parte de la población de Budapest eran judíos, dedicados sobre todo al comercio de tabaco. Durante el Holocausto, más de 400.000 judíos de Budapest murieron en campos de exterminio. Detrás de la sinagoga hay una escultura que recuerda ese infausto momento de nuestra historia.
Por la tarde-noche, fuimos a cenar a Retek, un bonito bistró con carta tradicional. Probamos la sopa goulash, la torta langosh, y unas carrilleras bastante interesantes…
Al día siguiente, después de desayunar, fuimos a los Baños Szechenyi, los más famosos de Budapest y los más grandes de Europa. Merecen especialmente la pena si vais en verano, ya que tienen dos espectaculares piscinas de aguas termales. Está situado dentro de un gran parque urbano, así que, después de los baños, paseíto para ver el Museo de la Música y el Castillo de la Vajdahundía.
Al salir del parque, nos encontramos con una enorme plaza, con mucho tráfico, y rodeada de museos, muy curioso: el Museo de Arte, Museo de Bellas Artes y el Monumento a los Héroes. De esa plaza nace la Avenida Andrassy, la más importante de Pest, en Budapest.
La Avenida Andrassy, de Budapest, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Básicamente es una sucesión de mansiones y palacetes renacentistas a cual más bonito. Muchos de ellos son hoteles, museos o embajadas. Hicimos fotos de cada uno de ellos, una maravilla de la arquitectura. Dedicadle un rato especial a la Opera de Budapest, qué barbaridad de salones, precioso.
Como veis, pedazo de fin de semana largo nos metimos en Budapest, una ciudad que hay que conocer, sí o sí.
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¡Hasta la próxima semana!
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