¡Hola disfrutones!
En esta ocasión visitamos Arévalo, segunda ciudad más importante de Avila, en Castilla y León. La llaman «La Villa Mudejar», y en seguida os contaremos qué ver en ella, tanto su mudéjar como muchas otras cosas…
Lo primero que tenéis que saber es que Isabel La Católica pasó aquí su infancia y primera juventud. Por eso ella tenía una atracción especial a Arévalo y por tanto, Arévalo también a ella. Antes de entrar en el Arco de Alcocer veréis una bonita estatua de la Reina Isabel. Por cierto, el arco de Alcocer es uno de los pocos que quedan de la antigua muralla medieval. Encima suyo estaba la cárcel real, construida en el siglo XVI.
Nada más pasar el arco encontraréis la Plaza del Real. Ahora es una placita muy tranquila, pero hasta 1976 allí había un bonito palacio real construido por el Rey Enrique II de Trastamara. Por cierto, este rey nos recordó a Ciudad Rodrigo, sí, ya que el Parador de esta ciudad está en el antiguo castillo de Enrique II. La cosa es que un buen día de 1976 algún constructor de esos «gilistas» de esa época, animado por algún contacto en el consistorio, decidió tirar el palacio y construir una urbanización de casas. Así como os lo contamos… insólito…
Dentro del arco de Alcocer está la Oficina de Turismo de Arévalo. Muy recomendable que vayáis, tienen diferentes excursiones con guias locales que os gustarán.
Nosotros hicimos la de las iglesias mudéjares y fue una pasada. Nos abrían las iglesias para nosotros, ya que normalmente están cerradas. ¿Sabéis que en 1250 había 11 iglesias en Arévalo?
Vimos la Iglesia de San Juan Bautista, con una talla de la Virgen de las Angustias, patrona de la ciudad, y una escultura del siglo XII de San Zacarías.
Vimos también la iglesia de Santa María la Mayor, una de las joyas de Arévalo, de una sola planta, con el ábside de arcos mudéjares y dentro con artesonado típico mudéjar y unas pinturas medievales espectacularmente conservadas en la cabecera. Por cierto, las campanas de la torre de Santa María eran las que avisaban del cierre de las puertas de la villa en la época medieval.
Al salir de Santa María la Mayor nos despedimos del guía y nos quedamos admirando la Plaza de la Villa. Es toda porticada con pilares de madera, todas las casas iguales, bien conservadas, una maravilla. Hay que decir que echamos de menos algún bar en esa plaza. Vamos, un bar con terraza con semejantes vistas y esa tranquilidad habría sido un peligro, la verdad…jejejeje…
Decidimos salir del casco antiguo para cenar en un restaurante muy especial a las afueras. Nos lo recomendó nuestro embajador en Arévalo, Oscar. Se llama Anduriña. Por fuera no tiene nada especial, pero el dueño y cocinero, es un lujo. Es un chaval joven, con muchas ganas y con un estilo más moderno que los clásicos asadores de la zona. Seguro que le va a ir bien, ved en el video cómo nos pusimos…
Dormimos en uno de los mejores hoteles de la ciudad, la Posada Real de Los Cinco Linajes. Está en pleno centro histórico, muchas plazas de parking gratis, un buen bar, una terraza interior muy cuca para desayunar, personal muy eficiente, y unas habitaciones superiores realmente nivel superior…
Por cierto, ¿sabéis porqué a Arévalo se le llama «la Villa de los 5 Linajes»? por las cinco familias que ayudaron a repoblar la villa después de la Reconquista.
Al día siguiente volvimos a la Plaza de la Villa, para admirarla de noche y de día. Vimos en detalle la Iglesia de San Martín, con sus dos torres mudéjares. Una de ellas tiene un bonito ajedrez en su parte superior.
En la Plaza de la Villa hay dos cosas que no os debéis perder: Primero la Casa de los Sexmos, actualmente Museo de Historia de Arévalo. En Julio de 1494, en esa casa se ratificó el acuerdo de Tordesillas entre España y Portugal en el que se dividían «el mundo». Es muy interesante el museo, con elementos de todas las civilizaciones que han vivido en esta tierra.
Otro punto turístico importante de la plaza es el Museo del Mudejar. Está muy muy bien explicado y el responsable es un chico joven, historiador, que nos explicó muchísimos detalles de cómo se vivía en esta zona en la época medieval. Por fin entendimos la diferencia entre mozárabes, mudéjares, moriscos y muladíes, os lo contamos en el video.
Pero bueno, basta ya de tanto pateo cultural y vamos a otra de las atracciones de Arévalo: el tapeo por el casco antiguo, donde disfrutamos sobre todo del Bar Joselito… y de sus famosos tostones…
Aquí llaman tostones a lo que en Segovia llaman cochinillos, para entendernos. La forma de asarlo y cortarlo es la misma. Fuimos al restaurante Las Cubas, uno de los clásicos de Arévalo. Allí, su dueña, Adoración, nos enseñó los hornos y nos dio trucos para que se ase sin cocerse y para que la piel quede tan crujiente. Nos encantó el sitio, el trato y la comida. Muy recomendable.
Después, para quemar un poco de calorías, dimos un paseo hasta el castillo de Arévalo. Es del siglo XV, muy bien conservado. Ha sido de todo, desde cárcel, cementerio, silo, y ahora es un centro de exposiciones del Ministerio de Agricultura; cuando fuimos nosotros había una exposición de más de 200 tipos de semillas de trigo diferentes. Está muy bien el castillo.
Luego bajamos hacia el río Adaja, bordeándolo hasta ver su cruce con el Arevalillo. Ahora entendemos lo bien situado que estaba Arévalo, con la defensa natural de los dos ríos y el castillo en el vértice.
Otro paseo de vuelta, siesta y vuelta a casa. Nos encantó Arévalo, y como veis, es perfecto para una escapadita de fin de semana, sobre todo si vivís en Castilla y León o Madrid.
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